Historia de una ciudad
Héctor Infanzón no es el primero que
logra en la fusión del jazz con ritmos y sonidos del caribe, pero a diferencia
de varios si logra un grato resultado carente de excesos y armonías sobradas.
Si acaso algún compás repetitivo o un performance que poco aporta a la
presentación general de su concierto “Citadino”, que se presentó el pasado 26
de Mayo en el marco del Festival Oasis Jazz
Latin Fusion, evento que organiza el conglomerado hotelero y que cada año
cobra más asistentes y estrellas en el escenario. Hay que aplaudir la
organización del evento y anotar que para la calidad de las presentaciones y
tamaño del foro, el costo del boletaje es sumamente decente, incluso los de la
zona “VIP” que incluye todas las bebidas las que se pueda uno tomar.
Vale también anotar que estos eventos
tienen una causa de recursos a la Fundación
Oasis, la institución de desarrollo social y comunitario de la cadena Oasis
Hotels & Resorts.
Héctor nos remite al jazz experimental
de excelentes músicos como Eumir Deodato, Chico O’Farril, Cachaito López y el
mismo Israel “Cachao” López, sin mencionar otros más que han fusionado las
técnicas del jazz con diversos géneros (Miles Davis hizo lo suyo en el último álbum
previo a su muerte). Músico de conservatorio, cámara y orquesta, estudió
también en Berklee y desde ese entonces no se ha separado del Jazz. Infanzón es
uno de los más destacados músicos mexicanos contemporáneos, lo mismo es arreglista,
que compositor, director, y músico de sesión.
En “Citadino” utiliza una serie de
referencias al estilo de vida y dinámica de quienes crecimos y de quienes –como
él- eligieron la hermosa pero caótica ciudad de México para mantener su
residencia. A través de su música Héctor nos habla de esos días en los que te
va “como en feria”, habla de cruzar hacia el Zócalo por la calle de Madero, y
de atravesar Eje Central de una esquina a la otra. El concierto nos dejó a quienes
cambiamos la ciudad hace tiempo, para vivir en ciudades “menos complejas” como
Cancún, las grandes remembranzas de nuestras taquerías preferidas, de caminar
por el centro histórico, de la plática de 10 minutos con el “bolero”, de las
especiales características de cada zona, de la interminable competencia de los “satelucos”
con los del sur, de los restaurantes y pasajes de “polanquito”. Recordamos la
gastronomía de los puestos de esquina y quesadillas de mercado, tanto como las
cocinas de autor; los paseos en Coyoacán o los imperdibles tianguis del fin de
semana.
En unas cuantas melodías Infanzón dejo
en boca de todos los asistentes, olores, sabores y sonidos propios de uno de
los lugares más excitantes en el mundo, y esa experiencia se le agradece a tope.
Se hace acompañar de los músicos; Enrique
Nativitas con una excelsa batería; el percusionista Luis Gómez, y Adrián
Infanzón en el bajo.
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